martes, 17 de enero de 2012

Edward Hooper: la perfección del realismo.








            En esta ocasión, vamos a hablar un poco sobre uno de nuestros pintores modernos favoritos: Edward Hooper. Tanto él como su obra son muy conocidos, y como ya hemos dicho, para nosotros es un auténtico genio.



            Edward Hooper nace en la pequeña ciudad de Nyack, situada a orillas del río Hudson un 22 de 1882 en el seno de una familia culta y burguesa. Justo al principio del siglo 20, en el año 1900 E. entra en la “New York School of Art”, instituto en el que conocerá o otros futuros protagonistas del arte americano de mediados del siglo 20 tales como Rockwell Kent, George Bellows o Eugene Speicher. No obstante, quienes de verdad influyeron en su formación como artista fueron tres de los profesores de la escuela: William Merrit Chase (le animó a estudiar y copiar todo aquello que veía en los museos), Kenneth H. Miller (se encargó de educarle el gusto por una pintura nítida y limpia organizada en una composición espacial ordenada) y Robert Henri (contribuyó a liberar el arte de la época del peso de las normas académicas). Tras conseguir el título en el mencionado instituto E. obtuvo su primer trabajo como ilustrador publicitario en “C. Philips and Company”.



            Inicia un viaje por Europa, recalando en 1906 en París ciudad en la que experimentará un lenguaje formal cercano al de los impresionistas. En 1907 continúa su viaje pasando por Londres, Berlín y Bruselas. No obstante, en 1909 decide regresar a París, donde perfecciona su estilo hasta llegar a su estilo personal e inconfundible. Su pintura se caracteriza por un peculiar juego entre las luces y las sombras, por la descripción de los interiores y por el tema central de la soledad y que perfecciona en su último viaje a París y España en 1910.



            Mientras en Europa se consolidaban el “fauvismo”, el “cubismo” y el arte abstracto”, E. se siente más atraído por artistas tales como Manet, Pisarro, Monet, Sisley, Coubert, Goya (pintor español bastante anterior a todos estos).



            Regresa definitivamente a EE UU, donde se establecerá y permanecerá hasta su muerte. En su obra empieza a reflejar temas en relación con la vida cotidiana estadounidense, modelando y adaptando su estilo a la vida cotidiana. Entre sus representaciones abundan imágenes urbanas de Nueva York y de los acantilados y playas de Nueva Inglaterra. En 1918 se convierte en uno de los primeros integrantes del “Whitney Studio Club”, el centro más dinámico para los artistas independientes de la época. Entre 1915 y 1923 abandona temporalmente la pintura, y empieza a dedicarse a nuevas formas de expresión tales como el grabado, usando la punta seca y el aguafuerte obteniendo numerosos premios y reconocimientos, incluyendo alguno de la prestigiosa Nacional Academy. Su genialidad era objetiva.



            El éxito obtenido con una exposición de acuarelas en 1923 y otra de lienzos en 1924 hicieron de Hooper el autor de referencia de los realistas que pintaban escenas estadounidenses. Imprime en su obra un fuerte realismo, que resulta ser la síntesis de la visión figurativa unida al sentimiento poético que Hopper percibe en sus objetos. Imágenes urbanas o rurales, inmersas en el silencio, en un espacio real y metafísico a la vez, que comunica al espectador un sentimiento de alejamiento del tema y del ambiente en el que está inmerso bastante fuerte. Hopper consigue esto por medio de una esmerada composición geométrica del lienzo, por un sofisticado juego de luces, frías, cortantes e intencionadamente "artificiales", y por una extraordinaria síntesis de los detalles. La escena aparece casi siempre desierta; en sus cuadros casi nunca encontramos más de una figura humana, y cuando hay más de uno lo que destaca es la alienación de los temas y la imposibilidad de comunicación resultante, que agudiza la soledad. En 1933 el Museo de Arte Moderno de Nueva York le consagró la primera retrospectiva y en 1950 el Whitney Museum la segunda.

            Edward Hooper muere el 25 de enero de 1968 en su estudio neoyorquino, muy cerca de Washington Square. Os dejamos con alguno de sus cuadros, de los cuales la grna mayoría se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, aunque en Madrid, en el Thyssen hay alguno.

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